“Hacemos las determinaciones indispensables para tomar decisiones rápidas”

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Gemma Celma

Así define Gemma Celma Obiols la medicina del laboratorio de urgencias. Entrevistamos a la responsable del Servicio de Laboratorio de Urgencias de CLILAB Diagnòstics para conocer su trayectoria y objetivos.

Comienzos

«Trabajar en el laboratorio de urgencias es lo que me gusta; de tu resultado dependen unas acciones inmediatas», dice apasionadamente Gemma Celma Obiols, jefa de servicio de los Laboratorios de Urgencias de CLILAB Diagnòstics, además de responsable de los Laboratorios CLILAB Diagnòstics del área de Barcelona.

Con solo hablar unos minutos con ella, uno ya se siente atraído por todo lo que puede aportar el laboratorio de urgencias. Explica que la importancia de esta área de la medicina del laboratorio radica en que da los resultados de los parámetros básicos que permiten a los clínicos saber qué hacer con un paciente que llega a urgencias. Para Gemma, la clave es trabajar bien y rápido, además de tener contacto con quien realiza la petición analítica: «Hacemos las determinaciones indispensables para tomar decisiones rápidas».

Para entender de dónde proviene su pasión por el laboratorio de urgencias, hay que conocer sus comienzos y trayectoria.

Gemma nació en Sant Just Desvern, su lugar en el mundo y donde siempre quiso regresar después de especializarse. Estudió Farmacia en la Universidad de Barcelona y luego accedió a una plaza de FIR. «Terminé eligiendo la especialidad de análisis clínicos para poder trabajar en el laboratorio».

Hizo la residencia en el Hospital Universitari Dr. Josep Trueta de Girona . «Estoy contenta de donde me formé». Como residente pudo rotar por todos los departamentos y tener contacto con muchos facultativos y técnicos. Además, con las guardias, conoció los diferentes servicios médicos y a los residentes que trabajaban allí. Y, lo mejor, es que le han quedado grandes momentos para recordar.

«Cuando yo acabé en el 2004 era en una época en la que no era fácil encontrar trabajo», recuerda. Empezó con sustituciones, trabajos de 15 días, un mes o dos meses. Cogía el paro durante unas semanas y volvía a trabajar. Aunque para algunos esta situación podía resultar fatal, Gemma lo usó como una experiencia enriquecedora: «Me enseñó a moverme y a conocer diferentes laboratorios y formas de trabajar, distintas máquinas y sistemas informáticos».

Durante un año mantuvo ese «movimiento», realizando suplencias y guardias, como las que empezó a hacer en el laboratorio de urgencias del Hospital Materno Infantil Sant Joan de Déu, en Barcelona, y que mantuvo durante cinco años. Estas guardias las compaginó con un contrato ya más duradero que consiguió en el hospital Parc Taulí de Sabadell, en el Laboratori UDIAT.

En el Parc Taulí fue la responsable del laboratorio de urgencias y la encargada de organizarlo. Trabajaba en horario de tarde y aprendió muchísimo. «Profesionalmente fue una etapa muy buena, pero personalmente fue dura. No tenía contacto con casi nadie de los que tenía hasta entonces a mi alrededor. Por suerte, en el trabajo encontré a grandes compañeros e hice muy buenos amigos».

Justo cuando la rutina laboral comenzaba a pesarle mucho por horarios y distancias, llegó la noticia de que abrirían un hospital a 10 minutos de su casa, el hospital de Sant Joan Despi. Enseguida se puso a buscar quién llevaría el laboratorio. «¡Era el CLILAB! Me puse en contacto con ellos y empecé estrenando el hospital», dice con alegría.

Desde febrero de 2010, Gemma trabaja en el laboratorio del Hospital Moisès Broggi de Sant Joan Despí, uno de los centros de CLILAB. «¡Es muy mío, desde el primer día que estoy allí!», agrega entre risas.

Con el tiempo, le dieron la responsabilidad de ser la que organizara todos los laboratorios de urgencias del CLILAB. «El área de urgencias de todos los laboratorios la llevo yo». Hoy en día, Gemma está a cargo de los seis laboratorios de urgencias y el de un hospital más pequeño que tiene un laboratorio de urgencias gestionado de una forma diferente. De todos, el del Broggi es el más grande y de más complejidad.

Unos años más tarde pasó a ser la responsable de los tres laboratorios de los centros que CLILAB tiene en el área de Barcelona.

Con unas 30 personas a su cargo (repartidas en los diferentes turnos y diferentes áreas dentro del laboratorio), su día a día en el Broggi pasa por hacer mucha rutina también, que para Gemma termina siendo atractiva porque analizan muestras de pacientes complejos. «Aunque hagamos solo parámetros básicos, ya disfrutamos mucho con el trabajo que nos dan los pacientes porque la mayoría tienen patologías interesantes».

Está claro que las urgencias no las cambiaría por nada; ya son 22 años los que lleva haciendo guardias. «Es el momento en el que me doy cuenta de lo que sé y de lo que no sé. Me da vidilla: tener que improvisar, buscar en libros, espabilarme, hacer cosas que en mi día a día no hago», dice con mucho entusiasmo.

Eso mismo busca transmitirles a los técnicos de su equipo sobre el laboratorio de urgencias y las guardias: «es donde podéis tomar decisiones, donde vuestro criterio permite dar los resultados que dais, donde podéis participar y tener contacto con los clínicos y profesionales de enfermería».

Su pasión, sus habilidades de organización y su capacidad para liderar el equipo han forjado un robusto servicio de urgencias en CLILAB: «Me consta que los hospitales están contentos con el servicio que damos en urgencias».

Urgencias durante la pandemia: «Nos inventamos y nos reinventamos»

Gemma sostiene que hay un antes y un después de la pandemia, que ha marcado a todos personal y profesionalmente. Durante la primera ola, sobre todo los primeros meses, «todo el mundo te ayudaba, te lo daban todo. Nos inventamos, nos reinventamos”.

Se cambiaron los turnos de trabajo, todos pasaron a trabajar de lunes a domingo. «Trabajábamos dos días 12 horas en el laboratorio y después dos días en casa. Pero ahí no podía hacer el paro; todo eran llamadas, ordenador, protocolos… No desconectaba… además de la carga familiar», recuerda.

Fue estresante y difícil, pero coincidió con el momento en que todos estaban en su casa y los profesionales de la salud eran muy valorados. «Te ibas a trabajar y eras un héroe», explica Gemma.

«Yo me dediqué a preparar laboratorios de urgencias monotemas. Creamos perfiles de pacientes COVID, instalamos técnicas nuevas, buscábamos reactivos hasta donde no había... acabamos haciendo gasometrías en la UCI con un analizador que nos prestó una clínica veterinaria».

Pero la mirada positiva sobre el personal de salud y la buena voluntad de todos se fue disipando. Gemma sostiene que lo que vino después fue mucho peor.

Para la segunda ola, el cansancio era enorme. Las personas ya no estaban dispuestas a hacerlo todo. Fuera del ámbito sanitario ya no se valoraba tanto el esfuerzo que se continuaba haciendo y primaba la tendencia de llevar un ritmo de vida más normal. Gemma, con algo de pesar en su voz, explica que el toque de realidad le vino después del verano: «Aquí me di cuenta de que era una catástrofe, que habíamos cambiado como trabajadores y como personas».

Detrás de un paciente COVID no solo había una PCR, había mucho más. «Durante la primera ola se hicieron analíticas a destajo y esto no fue muy visible». Pero después llegó el momento de compaginar el COVID y no COVID, dar respuesta a todo y recuperar lo que se había quedado por el camino, y todo con un personal muy cansado. Con mucha voluntad y trabajo en equipo lograron salir adelante. «Lo hicimos bien, aprendimos a recuperarnos después», agrega.

Obstáculos en el laboratorio de urgencias

Gemma explica que, a nivel de trabajo, las tecnologías y los sistemas informáticos del laboratorio de urgencias están muy equiparados a los de rutina. Con paneles muy concretos de qué se puede pedir y qué no, pero con un ritmo de trabajo que muchas veces llega al límite.

Sin embargo, el punto débil que encuentra Gemma es la escasa valoración del trabajo de los técnicos de laboratorio. «Tienen un rol importantísimo en el laboratorio y, en el de urgencias, es vital», enfatiza.

El trabajo de Gemma es organizar todo para que trabajen bien sin depender de los facultativos, ya que no están presentes las 24 horas en el laboratorio, aunque pueden contactar con ellos durante las horas de guardia localizable.

El gran obstáculo surge cuando tienen que lidiar con otros estamentos del hospital. Los técnicos de laboratorio trabajan, dan el resultado, se encuentran con los problemas y no siempre reciben el apoyo de los que hay al otro lado de la analítica cuando se comunican con ellos. «Yo lucho porque tengan la mejor consideración posible».

Otro punto que resalta Gemma sobre el laboratorio de urgencias es el horario: «Es la principal desventaja de urgencias, trabajamos 24 horas. Son horarios duros, fines de semana, festivos; esto cansa mucho al personal y quema».

Pensando en el futuro del laboratorio de urgencias

Como responsable de los siete laboratorios de urgencias y los tres del área de Barcelona, el objetivo de Gemma es potenciar los más pequeños a su cargo; darles la tecnología y el personal que se merecen, al igual que aumentar la cantidad de muestras que reciben. A nivel del Broggi, busca incorporar más técnicas y hacer ese laboratorio más visible dentro de CLILAB.

Respecto a su rol, el trabajo del día a día es su motor y no pretende dejarlo, pero sabe que cada día tiene que dedicar más tiempo a la gestión, «que la he probado y me gusta, pero compaginada siempre con la asistencia», dice con una gran sonrisa.

Gemma desea continuar trabajando de la mano de la dirección y ayudando en todo lo que pueda. «Me han depositado su confianza para hacerlo y lo estamos haciendo bien, así que voy a seguir trabajando para que las cosas continúen yendo a mejor», concluye.

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